Michel Odent es un obstreta francés con una larga y renombrada trayectoria profesional, muy respetado en el mundo de la crianza natural y defensor del parto natural.
En este libro, describe la importancia del contacto madre-bebé piel con piel nada más nacer, favoreciendo de este modo la lactancia materna y el vínculo afectivo entre ambos, y además evitando así posibles problemas posteriores.
El autor defiende la importancia de cuidar el entorno emocional de la futura mamá que, por ende, irá siempre ligado a la salud física y psíquica del bebé.
En el momento del parto, es fundamental preservar la intimidad y fomentar el menor intervencionismo posible, puesto que de esta forma inhibiremos la participación del córtex (nuestro cerebro racional) y tomaremos contacto con nuestro cerebro más primitivo (sistema límbico), fomentando de este modo la participación de nuestra parte más animal, que es la que contiene la información necesaria y la que está preparada para afrontar este proceso natural y fisiológico.
De hecho, si tomamos como referencia al resto de mamíferos, observaremos que, cuando llega el momento del parto, se apartan de la manada, evitan la claridad y en definitiva buscan intimidad para dar a luz. Cualquier interferencia hará que la futura mamá ponga en funcionamiento su corteza cerebral e impida la colaboración de su sistema límbico.
Por otro lado, las posturas habituales para parir están muy lejos de lo que una embarazada necesita para sobrellevar mejor la fase de dilatación y el parto. Como apunta Michel Odent, es preferible que se le permita a la mujer adoptar posturas espontáneamente, como por ejemplo a cuatro patas o de rodillas apoyada hacia delante, donde ella pueda encontrarse más cómoda lo que, además, reducirá el estrés fetal.
Lo leí estando embarazada y mi sensación fue «qué suerte que te asista alguien así en el parto, que respete tus emociones y que cuide al máximo tu intimidad en un momento tan importante y personal». La cuestión es que ésa debería ser la pauta habitual y no la excepción.