Presencia, amor y respeto

Presencia, amor y respeto

¿Qué hace falta para criar a un niño? Según la industria (que se frota las manos cada vez que nace un bebé) necesitamos un sinfín de accesorios. Si vamos a ser papás, precisaremos de biberones, chupetes, cochecitos, cunas, juguetes con diferentes formas y sonidos, pañales, tronas… Es cierto que hemos caído en las redes del consumo y muchas veces asociamos todo eso a la imagen de un bebé sano y feliz.

Sin ir más lejos, yo misma tengo en casa una pila de trastos que no he llegado a usar nunca. ¡La cuna ni siquiera la hemos estrenado! Y el carrito ha sido el mejor carro de la compra que hemos tenido nunca. Además, hace poco hemos decidido que no vamos a comprar más juguetes. Si bien es cierto que cuando entro en una tienda de niños soy la primera que se vuelve loca, he descubierto un mundo paralelo de juguetes hechos a mano mucho más interesante y motivador. Estos días andamos liados con una divertida casita de cartón que ya os enseñaré cuando tenga terminada. ¡Me lo estoy pasando pipa haciéndola!

Pero, profundizando un poco más y más allá de todos esos complementos que acusan el bolsillo de los papás, creo que hay tres elementos fundamentales que no debemos olvidar en la crianza de nuestros niños que son la presencia, el amor y el respeto. Y, en mi opinión, los tres son indispensables, creo que no podemos prescindir de ninguno de ellos si deseamos disfrutar de una crianza saludable.

Presencia

La presencia quizás sea uno de los elementos que tenemos más olvidados hoy en día y, sin embargo, absolutamente esencial.

Más allá de bienes materiales, caprichos o distracciones, los niños pequeños desean, más que nada en el mundo, estar con sus padres, interactuar con ellos, observarlos y compartir experiencias.

Yo, en general, paso bastante tiempo con mi hija solo que a veces me pregunto si todo ese tiempo es de calidad. Me refiero a que estamos juntas prácticamente todo el día pero, en ocasiones, me dejo llevar por la rutina y me dedico a resolver la jornada sin detenerme a estar con ella al cien por cien, a estar realmente presente. Por eso me gusta tener el «chip» pululando dentro de mi cabeza. Así, a veces salta y sé que tengo que dejar en un segundo plano cosas menos importantes y pararme a saborear los pequeños momentos con ella.

Amor

Indudablemente, sabemos que el amor es uno de los elementos claves para criar a un hijo aunque, prácticamente, nos viene de serie puesto que la siempre sabia naturaleza nos ha dotado de unas maravillosas hormonas del amor que nos mantienen irresistiblemente enamorados de nuestros pequeños. Al menos yo me siento a veces en un estado de contínuo embelesamiento con mi hija. Cada día me gusta más y me sorprende esa sensación de profunda fascinación que siento por ella. Pensé que no sería siempre tan intenso pero lo cierto es que sigo sintiendo que me derrito cada vez que me mira y me sonríe con sus ojitos brillantes…

Respeto

Por supuesto, el respeto es imprescindible en cualquier relación. Sin él no podemos desarrollarnos de forma saludable y crecer como personas.

En ocasiones, damos por sentado que respetamos a nuestros niños. «¿Qué si respeto a mis hijos? ¡Pues claro!». Pero ¿seguro que pensamos lo mismo cuando ellos se enfadan o nos sentimos realmente cansados y faltos de paciencia? ¿Aceptamos sus «berrinches» y «caprichos innecesarios» o a veces las cosas son «porque no, y punto»? En este aspecto, se hace necesario un trabajo personal de cada uno. Por desgracia, nos salpican multitud de convenciones sociales no demasiado acertadas para con nuestros pequeños y además tendemos a repetir comportamientos que nos han sido inculcados y que aparecen a veces sin que ni siquiera nos demos cuenta.

Podemos intentar suplir todo esto comprándoles a nuestros hijos algún juguete, por ejemplo, o dándoles alguna golosina, o encendiendo la televisión, o distrayéndoles con otros sustitutivos pensando que así estamos compesando las carencias afectivas o de falta de tiempo. Sin embargo, el amor, el tiempo y el respeto son insustituibles. Podemos engañarnos o intentar confundir a nuestros niños pero, sin duda, la mejor opción es tomar conciencia de su importancia y colocarlos en la posición que se merecen.

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