A veces, sin darte cuenta, la vida te lleva a lugares que no esperabas.
Nosotros siempre habíamos querido probar, pero nunca llegaba el momento. No nos decidíamos, no nos sentíamos seguros, no sabiámos si «eso» era para nosotros. Y, sin embargo, aquí estamos.
Después de toda la aborágine que supone una mudanza, y más aún con dos niños pequeños, por fin puedo decir que estamos instalados (con más de las cajas que quisiera aún sin desembalar, pero instalados al fin y al cabo).
Nos hemos venido a vivir a la sierra oeste, a un pueblo, a una casa a 50 km de Madrid. Dicho así no suena tan potente, pero para mí es un cambio muy grande. Pasar de vivir en una ciudad de 170.000 habitantes a una de poco más de 2.000 es mucho. Eso sí, el wifi lo primero 😛
Todo empezó hace un par de meses, cuando encontramos un proyecto educativo precioso, que nos enganchó y del que hemos querido formar parte. Quién nos iba a decir que, convertirnos en papás, nos traería tantos cambios vitales.
Hace tiempo que imaginábamos un entorno mejor para que nuestros hijos crecieran, donde pudieran desenvolverse con mayor libertad y en mayor contacto con la naturaleza, sentíamos que debíamos alejarnos de las prisas y del estrés que surgen inevitablemente de las aglomeraciones, la curiosidad de ver cómo sería vivir más despacio, salir de nuestra «zona de confort» y probar qué pasaría un paso más allá, enfrentarnos al miedo que supone alejarse de lo conocido.
Estamos contentos. Todo ha ido fluyendo casi sin darnos cuenta y eso es algo que nos ha dado seguridad, aunque os mentiría si no os digo también que siento cierto miedo. Ahora vivimos en una casa en lugar de un piso (a mí, que me aterran los rincones oscuros cuando cae el sol), en un pueblo en lugar de una ciudad (con menos servicios, claro) y más lejos de todo lo que, hasta ahora, conocíamos y nos daba seguridad.
También es cierto que la acogida ha sido maravillosa. Las personas, el entorno… Lo bueno de mudarse en verano es que todo está mucho más abierto. Luego, según empieza el frío y va llegando el invierno, la vida empieza a cerrarse y recogerse (me gusta pensar que es algo así como el abrir y cerra de una flor o el ritmo de una respiración), de modo que hemos decidido darnos un año de prueba y pasar aquí, al menos, cuatro estaciones para ver cómo nos sentimos.
Sé que estas semanas estoy espaciando bastante los post pero lo bueno es que a finales de septiembre comienza el curso de Hello! Bloggin Pro, de Hello! Creatividad, así que seguro que en breve me pongo de nuevo las pilas con el blog.
Y hasta aquí el reporte de todas mis novedades. ¡Feliz semana!
Vaya cambios, yo que he vivido hasta los 18 en pueblo, uff no volvería pero ni de coña, si vuelvo y me encanta en verano, fines de semana, e incluso largas temporadas, pero siempre sabiendo que vuelvo a mi casita en Madrid, donde siempre quise vivir, es cierto que para los peques es mucho mejor, yo recuerdo de pequeña el pueblo, y bueno, aunque lo odiase, lo pasaba bien, y ahora veo a Saioa en los dos, el de su padre y el mio y es feliz, se pasa todo el verano alli, sabes lo que me gusta a mi del pueblo? el otoño, cuando se van los veraneantes y quedan los que de verdad viven allí, que son 4 gatos, los colores, los olores, la leña…
Yo creo que, si al final nos quedamos por aquí, cuando sean mayores terminamos en el mismo Malasaña. Lo cierto es que no me veo aquí para siempre, pero quizás sí mientras sean pequeños. ¡Gracias Almudena!
Hola yo estoy en la situación contraria porque después de probar la escuela del pueblo en el que vivimos y he terminado odiando por su directora hemos trasladado a los niños a un colegio a la ciudad (nosotros somos de Toledo pero vivimos en un pueblo de 500 habitantes) y mi marido se empeña en que nos mudemos allí pero yo me niego porque perderíamos libertad sobre todo los niños ayer sin ir más lejos estábamos dando un paseo por dentro del arroyo que tenemos detrás de casa y ahora está seco. Esas aventuras que mis hijos están viviendo ahora mismo lo perderían sí nos fuéramos a la ciudad. Así que ahora estamos en un dilema y mientras tanto visitando pisos a ver sí alguno nos cuadra. Un beso
Que valientes y qué suerte que habéis podido hacerlo! Yo me crié en un pueblo y ha sido con diferencia la mejor experiencia de mi vida. Si nosotros encontrásemos un proyecto educativo que nos convenciese y pudiésemos encajarlo con nuestros trabajos, nos liábamos la manta a la cabeza sin pensarlo
Yo también hago el curso de H!C. Felicidades por este cambio de vida!
Enhorabuena
Sois muy valientes! Seguro q todo es positivo.
Nosotros también pasamos de vivir en un meta pueblo de 170.000 a otro de 15.000, y lo note, aunque es importante destacar la tranquilidad, la naturaleza y el poder correr por la calle sin miedo a los coches, desconocidos….
Seguro q os adaptáis genial!
¡ ME ALEGRO TANTO ! Acabo de verlo,el ritmo puerperial.Un abrazo a los 4 ,incluido Guille si es que me cabe con esas lorcitas¡ diossss! Mua
Que bien me ha ido leer este post pues nosotros estamos igual pensando si mudarnos al pueblo o no. Te dejo mi nueva entradahttp://lavidadechela.blogspot.com.es/2014/10/adios-setiembre-hola-octubre.html
Os deseó lo mejor! Seguro que será una experiencia bonita y enriquecedora. Ya nos irás contando!