Una siempre ha tenido sus complejos. A menudo mirando las revistas me sentía (y siento) tan lejos de los cánones de belleza actuales (porque si nos remontamos a la época de Rubbens lo clavo :P) que incluso me avergonzaba mirarme a mí misma. Con los años, estoy aprendiendo a verme con mejores ojos, pero todavía quedan cosas que pulir.

Nosotros somos nuestro peor crítico

El otro día estaba en la playa y miraba a la gente bañarse y pasear. Como os podéis imaginar, había de todo tipo. Unos se acercaban más a esos supuestos «cánones de belleza» y otros menos y, sin embargo, todos me parecían bellos. Cada uno tenía su encanto, sus formas, sus curvas, sus proporciones. Además, siempre he pensado que concretamente el cuerpo de la mujer es poderoso.

Supongo que desde fuera uno mismo siempre se ve peor de lo que en realidad es pero, sobre todo, nos cuesta valorarlo. Admirar su cicatrices, agradecerle ser nuestro templo, honrarlo como se merece lejos de hacerle sentir mal. Al fin y al cabo, nuestra mirada habría de ser más amable con él que con cualquiera.

Queramos a nuestros cuerpos, pues, y emepcemos a mirarlos como se merece. Los cuerpos al sol, y sin complejos.

¡Feliz miércoles!

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