Cuando nos estrenamos como padres, y como auténticos novatos, fuimos de los que tuvimos más cacharros de la cuenta. ¡Nos regalaron incluso un taca taca! Me acuerdo ahora y pienso «menudo trasto».
Luego te das cuenta de que en realidad no hacen falta tantas cosas, y más cuando tienes dos hijos mayores y un montón de juguetes rondando por casa. Sin embargo, hay excepciones. Con ninguno de los anteriores habíamos tenido un nido para bebés y tenía ganas de probar uno. Recuerdo cuando los mayores eran pequeños que les dejábamos acostados en la cama con un montón de cojines alrededor para que no se cayeran y para proporcionarles esa sensación de estar protegidos y saber dónde terminaba su cuerpecito. Los bebés no tienen aún conciencia de su cuerpo y por eso se sienten más seguros en espacios pequeños, donde están «limitados», como en el útero materno.
Estos días hemos estrenado nuestro nido de Petitte Marmotte. Me encanta por que es de esas cosas que tienen múltiples utilidades; como reductor para la cuna, como cambiador (la parte de abajo se desanuda), como zona de juegos cuando son algo mayores, para acostarlos dentro de la cama o como cuna portátil.
Nosotros escogimos la «Cuna nido Dotty» y me gustaba mucho el modelo «Black&white» (pero no quedaba stock), aunque es difícil escoger entre la variedad de estampados que tienen, podéis echadles un ojo.
Además de ser tan versátil, me gusta porque es de algodón orgánico, ese valor añadido que se agradece cuando se trata de un producto para bebés. El algodón orgánico es más suave y resistentes que el algodón tradicional.
En definitiva, un un entorno seguro y acogedor para el bebé allí donde esté.
Y por ahora os dejo, que esta Nochebuena cenamos en casa y tenemos que prepararlo todo.
¡Feliz Navidad!