Sé que no se puede generalizar,que hay gente maravillosa y con una gran vocación y, además, que muchas veces influyen otros factores como demasiados pacientes por médico, demasiadas horas de trabajo y cosas así. Pero mi experiencia ha sido mala.
Por suerte solo hemos tenido que acudir al pediatra en dos ocasiones «extraoficiales» y las dos he salido con muy mal sabor de boca.
La primera vez, en el centro de salud, el pediatra ni siquiera se dirigió a nuestra hija, como si no estuviese o la cosa no fuera con ella. En fin… Me pidió que le sujetara los bracitos para que pudiera examinarla y, como ella lloraba, yo intentaba calmarla diciéndole cosas bonitas, mirándola, acariciándola… En definitiva, lo que me pedía el cuerpo dada la frustrante situación. El doctor me dijo muy serio que «a la niña no le pasaba nada, que estuviera tranquila», refiriéndose a mi «exagerado» modo de actuar. Me sentó fatal y le contesté que no podía evitarlo. No os penséis que soy una madre loca y tremendista, lo que pasa es que me miró como si mi comportamiento fuera desmesurado. Ya sé que no le va a pasar nada, pero si mi pequeña llora desconsolada ¿cómo quiere que actúe? Ella no sabe lo que pasa, no entiende porqué está allí ni sabe quién es aquel desconocido que la está incordiando.
En la segunda ocasión, hace pocos días, nos pasó algo parecido en el hospital. De nuevo la pediatra ni se tomó la molestia de saludarla. Y me parece fatal porque, dirigiéndose a los bebés, tratándolos con respeto y contándoles con suavidad lo que vas a hacerles, reaccionan de otra forma. La pobre empezó a llorar sin consuelo. Y la pediatra levantaba las cejas entre sorprendida y extrañada con aquel panorama. Yo no entendía nada. ¿Es que acaso ningún otro niño había llorado nunca en su consulta? Quise probar a ponerla al pecho para que la examinara conmigo encima pero dijo que así no podía auscultarla (puede que tuviera razón, no lo sé).
De pronto, me dijo «ponle el chupete». Me sorprendió enormemente que diera por hecho que llevábamos un chupete. Y encima, casualmente, llevábamos uno porque a veces, cuando le duelen los dientes, le gusta morder un poco uno, aunque en general no le hace ninguna gracia y le dura cuatro segundos. «No le gusta mucho. A ver si lo coge…», dije. Otra mueca torcida. Es genial porque, estos pequeños gestos, hacen que te sientas tremendamente relajado y a gusto ¿verdad?
La pobre seguía llorando y yo me subía por las paredes. La tenía todo el tiempo en brazos, le decía cosas, le cantaba, la abrazaba… pero no conseguía calmarla. Lo que quería era marcharse. Y yo. Y la pediatra todo el rato con cara de cuadro. Entonces llamaron a otra doctora para una segunda opinión. «¡Uyuyuy, pero bueno! ¡Qué berrinche! ¡Si no le hemos hecho nada!» Bueno, según se mire.
Entiendo que para ellas sea una situación aparatosa. O bueno, no lo entiendo. Porque los pediatras son especialistas en bebés y en niños ¿no? ¿No deberían saber ellos, mejor que nadie, lo importante que es crear una atmósfera relajada y no un ambiente hostil?
Me llama la atención, por ejemplo, el caso del palo que utilizan para mirarles la garganta. Cuando se lo hicieron el otro día la pobre estaba roja, hinchada de llorar y le daban arcadas. Sin embargo, cuando se lo hace la pediatra que viene a casa, ella ni se inmuta, os lo aseguro. ¿Y qué es lo que cambia? Pues el ambiente y el trato. En primer lugar, estamos en casa, un entorno conocido. Y en segundo lugar, la suavidad y la dulzura de las palabras. La pediatra le explica lo que va a hacerle, le pregunta cositas, le sonríe… ¡está encantada!
Ya sé que todo esto suena a madre exagerada que revoluciona la consulta del pediatra y en casa es todo maravilloso. Pero sí, es que es así. Por eso os digo que mi experiencia personal es mala y que creo que es muy importante dar con un profesional con el que te sientas cómodo. Así, sobre todo, además de no pasar un mal rato, le evitas el disgusto innecesario a tu pequeño.
¿Y vosotros? ¿Cuál es vuestra experiencia con los pediatras?
Hola Celia,
Pues mi opinión es la misma que la tuya…en las revisiones de mi hijo de 7 meses, mi pediatra me dice cómo tengo que hablar a mi hijo cuando se pone a llorar…»esto es un berrinche, no le cantes, háblale seria y con autoridad»…y yo me pongo muy nerviosa y tensa…con lo que mi hijo también.
He pensado en cambiar de pediatra varias veces, pero el enfermero que nos atiende es un encanto y me deja darle teta cuando le pongo las vacunas…etc. Por suerte, mi peque no va mucho al pediatra. En nuestro grupo de lactancia todas mentimos a nuestros pediatras. «Ya come de todo» es nuestra frase y aunque nos gustaría contar la verdad, la mayoría pensamos que nos censurarían por no dar las papillas como nos explican o por no darlas. Por darles de comer nuestra comida y seguir ofreciendo el pecho todas las veces que quieran.
Me sentiría muy solitaria si no fuese precisamente por los encuentros con mi grupo o por blogs como el tuyo. No soy una madre exagerada, ni tremendista, y es muy triste que nuestra manera de criar sea tan minoritaria. Además es injusto que seamos recriminadas con frases como «si continuas así envenenarás a tu hija», por ofrecerle comida de verdad con cuidado.
En fin, yo creo que uno tendría que tener vocación para ser pediatra…y renovarse en las investigaciones que van surgiendo sobre su carrera.
Muchas gracias..por dejarme expresarme…saludos, Sylvie.
Hola Sylvie. Gracias por tu comentario.
Lo cierto es que no sé cómo los pediatras pueden ver mal ¡¡que cantemos a nuestros bebés!! ¿Es que no entienden que los pequeños no saben qué está pasando y necesitan protección?
Está genial que estés contenta con vuestro enfermero. Quizás puedes seguir con él ¿y buscar otro pediatra en el mismo centro de salud? Y también opino que, muchas veces, es normal ocultar algunas cosas por no tener que dar explicaciones cuando «nos salimos un poco de la norma» aunque tiene su parte de paradójico porque ellos están para ayudarnos y aconsejarnos y no para decirnos cómo tenemos que hacer las cosas ¿no?
Yo también me siento mejor hablando con otras mamás, leyendo y compartiendo mis experiencias. Creo que poco a poco, las cosas irán cambiando. De todos modos muchas veces se hace pesado estar luchando a contracorriente… Comentarios desafortunados, consejos injustos… Llegan a ser muy molestos.
Espero que las cosas cambien ¡¡y que cada vez seamos más los que decidamos criar con amor y respeto!!
Lo cierto es que hoy hemos ido al centro de salud y la pediatra ha sido un encanto. Súper cuidadosa con Elena y muy amable con nosotros, la verdad.
Se me ha borrado el mal sabor de boca de las últimas veces…