Ser mamá de dos es el doble de gratificante, pero también el doble de difícil.

Los celos

Confieso que el primer mes fue muy complicado. Sé que los celos son algo natural e incluso lógico, pues demuestran que los niños se dan cuenta de que algo ha cambiado y reaccionan ante ese cambio, pero no he podido evitar tenerles pavor. Supongo que no queremos que nuestros hijos mayores sufran ni se sientan menos importantes para nosotros.

Desde el principio, nuestra hija mayor no ha tenido ningún problema con su hermano. Incluso la misma mañana del parto, cuando nos despertamos, me miró sonriendo y me dijo «¡Tenemos un bebé!». Le gusta. Pero, los días siguientes, empezó a querer estar todo el tiempo conmigo, a hacerlo todo conmigo. Cualquier cosa era una excusa para que la cogiera en brazos. Incluso si estábamos comiendo y me levantaba a por una servilleta, tenía que llevarla aúpa para que me acompañara. Pequeños detalles que a mí no me costaba cumplir (aunque día tras día, todo el rato, se me hiciera un poco pesado) pero que para ella eran importantes.

El problema venía cuando tenía que atender a los dos al mismo tiempo (por eso os decía que me parece el doble de difícil). ¿Cómo lo haces? ¿Te divides? ¿A quién le das prioridad? Pues, la mayoría de las veces, evidentemente, al bebé. Entonces entras en bucle, es el pez que se muerde la cola. La mayor se vuelve cada vez más irascible porque no la atiendes y tú te sientes cada vez más alterado por no poder llegar a todo.

Es complicado gestionar esa sensación de querer multiplicarse por dos, de querer satisfacer ambas necesidades al mismo tiempo porque, en el fondo, nunca quieres elegir. En el fondo lo que quieres es tener otros dos brazos y poder hacerlo todo.

Pero, por suerte, poco a poco, nos hemos ido haciendo. Cada uno ha encontrado su espacio y los cuatro nos hemos ido acoplando hasta encontrar nuestro sitio. Sin embargo, de vez en cuando, todo esto reaparece. Y yo no quiero otra cosa que multiplicarme por dos.

Tiempo a solas para cada uno

Nos hemos dado cuenta de que funciona muy bien dedicarle un ratito a solas a cada uno. Un momento que sepan que es exclusivamente para ellos. Es lo que nos recomendaron y, efectivamente, funciona. Ellos sienten que nos tienen para ellos solos y que son importantes para nosotros y, yo al menos, siento que me dedico más al cien por cien a cada uno, y no a medias a los dos.

A veces pensamos que lo mejor es estar los cuatro juntos todo el tiempo, pero hemos observado que nuestra hija mayor se siente mucho mejor si no estoy todo el tiempo con ella pero, cuando estoy, puedo dedicarle algunos ratos de exclusividad.

También le gusta poder colaborar, en la medida de lo posible, en los cuidados del bebé, aunque no tanto como lo de pasar tiempo a solas con nosotros. Supongo (o espero), que esto solo durará mientras el pequeño sea bebé. Imagino que, entre otras cosas, influye la edad y también saber organizarse (algo que no se me da especialmente bien y de lo que os hablaré otro día).

Y bueno, también os digo que quienes tenéis más de dos os merecéis un monumento.

¡Feliz martes (y trece)!

6 Comments

  1. Aix… Cuanta razón tienes… Esa sensación de querer estar por los dos y no puedes, tener que priorizar y sentirte fatal… Los dos son importantes y no quieres desatender al peque y tampoco que el mayor se sienta desatendido… Esa sensación es difícil, pero poquito a poco, con el paso de los días, y como tu bien dices, dedicando un ratito exclusivo a cada uno, las cosas van fluyendo mejor.
    Los mios ya tienen 8 y 6 años y seguimos con esos ratitos tan especiales para todos. Es un gran momento, porque nos sentimos relajados, relajados al saber que es nuestro momento y el otro lo respeta sabiendo que luego le tocará.
    Muchos ánimos en esta nueva etapa.

  2. Pues fíjate que yo casi lo estoy notando más ahora que cuando eran bebés. También depende de cómo sea el bebé, en mi caso, mi segundo sólo comía y dormía… Así que para el mayor, la llegada del segundo pasó casi inadvertida en cuestión de celos. Sin embargo, la tercera no quería estar más que en brazos, con lo que buscar momentos a solas con los otros dos era casi misión imposible.
    Ahora el problema es que tienen edades muy diferentes (10, 8 y 3 años) así que el buscar actividades para hacer con los tres se hace difícil. Todos tienen su «vida social» y tienes que priorizar con sus obligaciones, así que a veces es un jaleo. En fin, al final, intentas que cedan cada vez uno, pero es difícil…

  3. Ayyyy Celia, estoy ya de 33 semanas y asustada a más no poder. Por un lado quiero que Izan nazca ya pero por otro intento apurar las horas a solas con Henar sabiendo.que nunca mas volverán… Tengo una amiga con un niño de 26 meses y otro de 1 mes y me lo describe igual. Muy gratificante pero muy complicado…en fin habrá que pasarlo…
    Si tienes mas consejillos para darnos nos vendrían superbien (el de pasar ratos.a solas lo había oído y es muy buen consejo)

  4. Madre mía, es que con tres ya me parece que tienes que hacer malabarismos. El pequeño también es muy tranquilo pero es verdad que está todo el día en brazos y seguramente eso a Elena se le hace raro. ¡Muchas gracias Yolanda!

  5. Pues es verdad que hay que pasarlo. Tampoco es horrible ¿eh? Pero bueno, a veces esa sensación se hace complicada porque quieres atender a los dos y no puedes.
    Yo pensaba lo mismo, antes de que naciera Guille sentía que no quería perder el momento del cuento con Elena, por ejemplo y es verdad que lo hemos recuperado.
    ¿Otro consejo? Pues mucha paciencia a veces y un poco de ayuda que siempre viene bien, para tener esos ratillos con cada uno.
    ¡¡Un besazo y ya verás que todo va genail!! Ya nos cuentas.

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