Me siento defensora de la crianza con apego. Quiero decir, que es la forma en la que YO entiendo la maternidad. Pero está claro que hay muchas otras.
Parece que actualmente hay dos grupos muy diferenciados: la crianza más convencional y la crianza llamada del apego o crianza natural. Sin embargo, he llegado a sentirme rara en ambos entornos. ¿Por qué? En el primer caso hay numerosas situaciones donde se nos cuestionan los métodos y prácticas usadas, nos acribillan a consejos sin ser pedidos y terminas pareciendo una mamá marciana. Nos dicen que «ahora somos muy modernos» y que «todo eso son tonterías», que lo único para lo que sirve es para que los hijos «se te suban a la chepa». Y por contra, en el segundo caso (aunque en momentos muy puntuales), en círculos de crianza respetuosa he sentido que «no estaba a la altura». No es el caso pero, según dónde, si le pones un chupete a tu bebé ya te miran de reojo…
Y es que parece que o estás a favor o estás en contra, pero las cosas no son todo o nada. Además de que no soy nada partidaria de las etiquetas, no todas las mamás que dan biberón dejan llorar a sus hijos ni, por el contrato todas las que dan el pecho colechan con sus bebés. Cada familia busca su forma, especialmente porque no todos somos iguales ni estamos en las mismas circunstancias. Lo que le sirve a uno puede que no funcione con otro.
Está claro que todos queremos lo mejor para nuestros hijos y tenemos que respetar las decisiones de cada uno, y puede también que no hayamos encontrado la información, las herramientas o el apoyo suficiente para llevarlas a cabo. Yo soy defensora de la lactancia a demanda y prolongada, sí, pero creo que es mejor dar un biberón que dar el pecho de mala gana, pues en tal caso dejaría de tener sentido.
Es cierto que demasiadas veces me he sentido cuestionada sin tenerse en cuenta que todas mis decisiones han sido tomadas fruto de una reflexión madurada. Y creo que puedo afirmar que es algo común a todas las familias que han elegido la crianza respetuosa como forma de educar a sus hijos, que han leído y se han documentado, que han reflexionado antes de tomar sus decisiones y que crían a sus pequeños de forma consciente, es decir, con fundamentos para hacer las cosas como las hacen (aunque únicamente sea su propio instinto).
Con esto no quiero decir que los demás papás no lean, pero es cierto que la mayoría de las veces no se respeta la crianza con apego sin considerar que está basada en la forma natural de criar (antes de que llegara la «intervención» de la cultura occidental), como además así defienden los últimos avances en neurociencia. La lactancia prolongada, el colecho y el porteo son prácticas habituales entre las demás especies de mamíferos así como en otras culturas menos contaminadas que la nuestra.
Respetémonos los unos a los otros y en especial a nuestros niños, pues para educar lo primero es dar ejemplo.
Muchas gracias por tu artículo, somos muchas las madres que nos sentimos tal y como comentas. Ojalá ese respeto fuera más palpable, es una lástima que nos vayamos yendo hacia los extremos, cuando podríamos estar perfectamente ayudándon@s. Y más en este camino tan importante como es la educación de nuestros hijos. Gracias.
Gracias Sylvie. Estoy segura de que poco a poco nos iremos acercando y nos uniremos ¡en nuestra aventura de ser madres!
Me ha gustado mucho tu post, especialmente viniendo de una madre que cree en la crianza natural y la lactancia prolongada. Yo tengo una niña de casi siete meses y le doy biberón. Le doy biberón porque por problemas físicos de ella y míos resultó imposible afianzar la lactancia, ni siquiera con la ayuda de una matrona con décadas de experiencia en apoyo a la lactancia. Lo pasé muy mal y me queda una pena muy grande de no haber podido darle más que seis semanas de lactancia diferida porque dejé de tener leche (probablemente por el estrés). Me considero una madre razonablemente buena (quién no, supongo) que le da muchísimo cariño a su hija, tanto cuando la alimento como cuando juego con ella, la baño, la paseo, la duermo… en todos los momentos del día y la noche. Y sin embargo, en incontables ocasiones me he sentido como describes, traspasada por una mirada de desaprobación al sacar el biberón, miradas que casi siempre vienen de personas que no me conocen de nada ni a mí ni a mis circunstancias. Que la lactancia materna es lo mejor creo que es incuestionable, pero ¿y si estoy tomando antidepresivos o me están dando quimio o estoy mastectizada o qué sé yo? Me han llegado a decir que SIEMPRE es posible amamantar, que no lo intenté lo suficiente. Es curioso, las tetas deben de ser el único órgano que no puede tener problemas de funcionamiento.
Y luego está el otro bando, el de «coges demasiado a la niña en brazos, se va a acostumbrar y luego ya verás», «tiene que llorar para que se le ensanchen los pulmones, déjala llorar un poco, no la cojas todavía», «no juguéis tanto con ella, que la vais a hacer hiperactiva», «métela en la cuna», «las mochilas son una modernez idiota, los bebés como mejor van es en su carrito», y así sucesivamente.
Yo creo que si todo el mundo (tengamos hijos o no) fuésemos un poquito más respetuosos con los demás y partiésemos de la base de que todos (o casi) los padres y madres intentan hacer lo mejor para sus hijos de la mejor manera que pueden seríamos todos mucho más felices y viviríamos mucho más libres de culpa y estrés.
Enhorabuena por tu postura respetuosa que, como bien dices, no abunda.
Claro que sí, estamos demasiado acostumbrados a juzgar a los demás, especialmente cuando no sabemos nada del otro. Por desgracia, cuando tienes hijos siempre hay personas dispuestas a decirte que hagas lo contrario elijas lo que elijas.
Muchas gracias por tu comentario y un abrazo, Bandarrita.