No sé si lo habéis probado en alguna ocasión, pero el noventa por ciento de las veces funciona.
En casa hay muchos momentos en que mayores y pequeños queremos cosas distintas. Me refiero, por ejemplo, a situaciones cotidianas en las que les pedimos a nuestros hijos con toda la paciencia del mundo que se laven los dientes, o que se pongan los zapatos, o que recojan sus juguetes. Una y mil veces. ¿Os hacen caso? A mí depende del día, según estén los ánimos de un lado y de otro. A veces sí y (últimamente) muchas veces no.
Sin embargo nos pasa una cosa curiosa. Tal y como hemos leído en numerosas ocasiones, es muy importante adentrarse en el mundo de la imaginación de los niños para entenderse mejor con ellos, especialmente cuando son pequeños. ¿Lo habéis probado? Es como magia, ¡funciona!
Más de una vez ha empezado a resentirse mi paciencia cuando entonces me ha dado por ponerle voz a los juguetes. ¿Os podéis creer que si se lo digo yo no hay forma pero si lo dice un osito de peluche o una muñeca sí? Es increíble, pero pasa.
Entrar en su mundo de fantasía nos permite encaminarles hacia donde les queremos llevar cuando aún son todavía pequeños para negociar o llegar a acuerdos con ellos, pero también es cierto que para los adultos nos supone entrar su universo de juego y entenderles mejor.
Nosotros, por ejemplo, nos divertimos poniéndole voz a los azúcares de la boca a los que mareamos al enjuagarnos después de comer. Otras veces, se me ocurre colocar algún muñeco en la trona de la cocina con el que converso en voz alta para pedirle que deje libre ese sitio, pero se resiste. Entonces aparece Elena que le termina echando sin remedio, y de esta forma yo consigo que ella se siente a comer. Incluso a veces le pongo voz a su hermano pequeño ¡y ella le contesta! Me parece extraordinario.
Si no lo habéis hecho nunca y os apetece probarlo puede que os sorprenda. Es una forma divertida de lidiar con esos conflictos cotidianos que surgen algunos días.
Y vosotros ¿tenéis algún otro truco? ¡Contadnos!
Feliz jueves y que paséis un estupendo puente.
Totalmente de acuerdo, es muy muy efectivo que sean los muñecos los que le recuerden que hay que lavarse los dientes o los que se quieren comer la comida del plato de mi hija. Ya voy mejorando y soy casi ventrílocua… Ella me mira por el rabillo del ojo, seguro que alguna vez ha dudado de si en realidad era el peluche en cuestión quien le hablaba. jeje